viernes, 29 de julio de 2011

Black Swan

Ahí estábamos, revoleados en el sofá con el aire acondicionado a todo gas y vestidos con nuestras peores galas, atiborrándonos a palomitas y gominolas, dándonos un sex-appeal cero, viendo la interpretación que le valió a Natalie Portman un Oscar. Cuando llegó esa escena, en la que Mila Kunis y Portman protagonizan uno de los encuentros lésbicos más sonados del cine, esa escena que hizo que convirtiéramos el calor en pasión, y la somnolencia post-almuerzo en deseo, y llenamos la habitación de glamour. 

Y fue genial, cómo no iba a ser genial, si de banda sonora teníamos el Lago de los Cisnes, si nuestros cuerpos se movían al compás del violín, si rodábamos por el sofá como si de bailarines de ballet se tratara. Nuestra ropa interior, parecía posarse, en lugar de caer al suelo.

Cómo no iba a ser genial, si éramos nosotros.