lunes, 28 de noviembre de 2011

Porno de colores

Giro de llave, la chaqueta al perchero, y como en el argumento de una película porno barata intento poner mi voz más varonil y grito: "¿Hace falta aquí un fontanero? Porque traigo una cañería bien gorda". Una risa precede a tu cara por la puerta del salón y vienes a recibirme.Ya tenía bastante claro que esa frase no era la más erótica pero, o eso, o estabas caliente antes de que llegara, porque lo apasionado de tu beso tenía todas las intenciones de despertar algo en mis pantalones. 

Ni cama, ni sofá, ni encimera... ¡Escalera! Escalera de color. El color de tus labios, de nuestras ropas aterrizando en los peldaños, el color de tus pezones repletos de sexo, el rojo de tus rodillas sobre el parqué y de tus labios buscando mi sur. 

Buscamos el cuarto a empellones y arrasando con todo caemos en la cama para seguir con los colores. Esta vez con el más verde de los números, ese que no llega a 70. Placer mutuo, placer a la par, un placer que no nos deja gemir porque no se debe hablar con la boca llena. Con las papilas gustativas gastadas pasamos al naranja de tus sábanas donde nos enredamos y cariño, no esperes que después de tanta emoción tarde mucho en dejar mi mente en blanco

miércoles, 23 de noviembre de 2011

Mujeres

Hay mujeres de pago, hay mujeres de una noche, hay mujeres que hacen marionetas de los hombres... 
Pero también hay mujeres, que con tan solo mirarlas te hacen desear pasar la vida en sus brazos. Dormir sobre su pecho al ritmo de su respiración, con sus latidos como banda sonora. Mujeres con las que disfrutar de las siestas más estúpidas e inesperadas, con las que pelearse por la manta es un bendito placer. Mujeres con las que el sexo cada vez es más interesante y con sorpresas nuevas cada vez, en las que da gusto beber de sus labios y saciarse en su vientre.

Mujeres hay muchas, pero solamente una que lo tenga todo.

domingo, 2 de octubre de 2011

Dormir juntos

Adicto a verte despertar, me sofoco si no consigo mi dosis.  Que me muerdas en los labios solo consigue aliviarlo temporalmente, pero no hago más que anhelar el momento en que cada fin de semana, nos metemos en la cama y compartimos nuestros cuerpos. Es entonces cuando recuperamos el tiempo que perdimos.

¡Apaga la luz!

viernes, 29 de julio de 2011

Black Swan

Ahí estábamos, revoleados en el sofá con el aire acondicionado a todo gas y vestidos con nuestras peores galas, atiborrándonos a palomitas y gominolas, dándonos un sex-appeal cero, viendo la interpretación que le valió a Natalie Portman un Oscar. Cuando llegó esa escena, en la que Mila Kunis y Portman protagonizan uno de los encuentros lésbicos más sonados del cine, esa escena que hizo que convirtiéramos el calor en pasión, y la somnolencia post-almuerzo en deseo, y llenamos la habitación de glamour. 

Y fue genial, cómo no iba a ser genial, si de banda sonora teníamos el Lago de los Cisnes, si nuestros cuerpos se movían al compás del violín, si rodábamos por el sofá como si de bailarines de ballet se tratara. Nuestra ropa interior, parecía posarse, en lugar de caer al suelo.

Cómo no iba a ser genial, si éramos nosotros.


miércoles, 29 de junio de 2011

Vuelven

Sí, ya era hora, por fin vuelven. Las manecillas de mi reloj mental han parecido moverse a una ridícula velocidad, pero poco a poco, ha llegado la hora, por fin vuelven.
Y es que el mercurio vuelve a pasar de los 25, y de los 30, lo que hace que vuelva el olor a sal, el tener que cerrar los ojos para no quedarte ciego por tanta luminosidad, el dejar en el baño más arena que en la playa. 
Vuelven el salir a la "fresquita" con los mosquitos, los paseos por los puestos de verano y los helados.

¡BASURA!

Lo que vuelve es el verte con poca ropa, el que se te erice la piel pero no por el frío, vuelve el coche como nido de amor, y vuelve el sexo, sexo sucio, con amor o de reconcilación, da igual, lo que importa es que vuelve el sexo. Bueno no, mentira, el sexo continúa porque nunca se fue.

miércoles, 11 de mayo de 2011

Cambios

Efectivamente, cambios, muchos cambios en el último año.

 Ahora dormía tan sólo unas horas por la noche, intermitentes, sueños interrumpidos. Ahora era en otra mujer en la que pensaba continuamente, compartía con dos féminas las ganas de vivir. Ahora había vuelto a ver un pediatra después de 15 años y tenía que llevar una sillita en el asiento trasero del coche. La odisea de cambiar un pañal se había convertido en la actividad más rutinaria. Ahora alguien dependía totalmente de él, y estaba dispuesto a dar la vida para satisfacerla.

Habían pasado ya dos meses del nacimiento de la pequeña Lola, dos meses de no parar. Nunca pensó que algo tan pequeño pudiera dar tanto trabajo, pero valía la pena, con tan solo ver como se iban despertando sus sentidos, como iba creciendo. La pequeña, el trabajo, atender a Sara, madre y la otra mitad de su vida... lo tenían agotado, parecía no haberse sentado en un año, y ahora parecía que las cosas volvían a la normalidad, volvía a sentir una necesidad, que había dejada aparcada durante los últimos 4 meses.

Lola se había dormido pronto, y aún quedaba algo de tiempo para que empezara a llorar por su próxima toma.  La dejó acostada en su cuna y la arropó con delicadeza mientras Sara se acomodaba en la cama y empezaba a leer. Se desnudó para ponerse el pijama, pero al levantar la vista vio a su mujer, y dejó lo de vestirse para más tarde.

Estaba nervioso, parecía como si hubiera vuelto a su primera vez, como si fuera un novato. Se metió en la cama y la besó en la oreja, ella sonrío y lo miró con dulzura, devolviéndole el gesto, apretando los labios contra los suyos. Él le beso en los ojos, mientras le iba sacando el camisón, mientras la iba desnudando. Es cierto que no era la misma, sus carnes no eran tan tersas y firmes como cuando tenía 20 años, y además se apreciaba que durante 9 meses su vientre había tenido un tamaño no propio de su complexión.  En su cara comenzaban a dibujarse surcos y las ojeras bajo sus ojos eran cada vez más comunes.

Pero había más belleza de la que nunca había tenido. Su mirada seguía describiendo lo intenso de su ser, la pasión de su sexo. Aquel vientre, ya no tan firme, tenía el encanto de haber albergado una vida, de haber criado un ser resultante de su unión, sus pechos anteriormente suaves y firmes, estaban ahora hinchados y marcados por la succión, pero rebosaban de alimento, daban vida, rebosaban vida. Las ojeras demostraban lo que se desvivía por ella, y aún sus ojos demostraban que le quedaba energía para desvivirse por él.
Quiso reconocer aquel nuevo cuerpo y lo recorría con caricias y besos que eran correspondidos. 

Palpó su vientre y por fin su entrepierna, la humedad de aquel paraíso lo encendió. Puede que ya no lo hicieran con la misma fogosidad que hace unos años, con la misma intensidad, pero conservaban la pasión, conservaban las ganas de hacer disfrutar y ahora mejor que nunca se conocían, sabían qué hacía enloquecer al otro y cuando tenían que hacerlo para proporcionar el máximo placer. 

Tras unas embestidas, ambos se fundieron en un grito ahogado, alcanzando simultáneamente el clímax, a pesar de que su rendimiento se había visto afectado por el tiempo de celibato.

Sobre ella, jadeando, supo que aquellos cambios, no hacían más que mejorar lo que tenía ante sus ojos. Una persona con la que compartir su vida, con la que compartir la vida de su pequeña. Pero ese pensamiento se vio interrumpido por un llanto, un llanto hambriento.

Con una sonrisa en la cara, Sara se levantó, recogió a la pequeña de entre las sábanas y se sentó en una butaca próxima de la cuna. Lola pareció encontrar el pezón sin ninguna ayuda y empezó a comer frenéticamente, mientras su madre se mecía adelanta y atrás. Él creía que a partir de un par de semanas dejaría de despertarse para ver aquel espectáculo, pero en todas y cada una de esas tomas nocturnas había abierto los ojos, para quedar embelesado, observando las dos mitades de su vida. Pero esta vez, el cansancio, el estar tan relajado y respirar la paz que le proporcionaba aquella situación hicieron que se sumiera en uno de los más placenteros y dulces sueños de su vida bajo la atenta mirada llena de amor de su esposa.

sábado, 12 de marzo de 2011

Desconocidos II

Al final la cena, quedó en café, en parte para evitar las tentaciones de la noche y la oscuridad, que como ya se sabe, incita a la pasión. Ella no paraba de pensar que debía ser el destino, como un chico de una noche podía ser tan genial, su complemento perfecto. Él no paraba de pensar en la subjetiva perfección de su rostro, en lo que este escondía detrás.

Tan sólo eso hubiera sido la mar de romántico, pero detrás de todos esos pensamientos, estaban las imágenes de sus cuerpos desnudos, sudorosos, de esos gemidos ahogados. Aún no sabían si eran medias naranjas, pero si sabían lo que eran capaces de hacer, y eso bastaba para que se repitiera.

Al final no hizo falta oscuridad, para morder la manzana.

Desconocidos I: 



martes, 8 de marzo de 2011

¡Qué difícil es...

Esa primera cita, en la que pasaron el tiempo paseando, cogiéndose la mano, y sintiendo un escalofrío con cada roce de sus dedos. Andando sin rumbo, entre puestos de artesanía, con la mezcla del olor a cuero, a mar y a verano en torno a ellos. Con esa sensación de sorpresa, pero a la vez extraña familiaridad, con ese peso que se esfumaba de su ser en cada beso furtivo. Con ese tiempo que pasaron, sin decirse te quiero.


Y cuando decidieron volver, en el aparcamiento, apoyados en el coche se abrazaron. Olía su pelo, ese agradable olor inconfundible. Aún abrazados intento separarla de él, para que no notara su erección, pero ella se  acercó aún más, fundiendo sus caderas. Esperaba su cara de sorpresa, una risa incómoda, incluso asco en sus ojos... Pero no, la respuesta fue un beso, de esos que te cierran los ojos, que paran el mundo, de esos que te hacen desear más que nunca.


Ahogaron sus ganas, bendita pasión, al día siguiente.


...escribir con las manos ocupadas!

domingo, 30 de enero de 2011

Discusiones

¡De un tiempo a acá no eres el mismo!
Tal vez sea, porque ahora soy feliz. 


¿Por qué, nunca nos atrevemos a decir lo que pensamos?

sábado, 29 de enero de 2011

¿A qué juegas?

No te hagas la ingenua, de inocente no tienes nada. No me mires de reojo y saques a relucir esa pícara sonrisa con la que conviertes cualquier gesto en algo lascivo. No  me preguntes “¿Qué pasa?”, con ese tono de como si esta situación fuera lo más normal del mundo. Por desgracia no lo es, no te paseas a menudo frente a mí, en ropa interior, recorriendo la habitación como si fueras totalmente vestida.

Sé que estás esperando, a que salte sobre ti. Pero no, si para ti esto es normal, porque no lo iba a ser para mí. Mi “Nada”, cambia tu estado a la sorpresa… Erraste el tiro muchacha. Dejémonos de juegos absurdos y fantasías, vamos a follar.

Me hundo en ti como un puñal, tus gemidos nos aíslan del mundo. Somos tú, yo, una cama, todo nuestro amor y mucho sexo por tener… Mejor me callo, no quiero levantar envidias.

miércoles, 19 de enero de 2011

Momentos

Cuando lloras de emoción y no puedes reprimirlo. Cuando te despiertas, me miras a los ojos y me dices te quiero, o cuando lo haces con la respiración entrecortada, tus te quiero más sinceros. Cuando me pides que tengamos un hijo ya, a lo loco.
Son en esos momentos, en los que puedo verte el alma, en los que me derrito por ti.

lunes, 17 de enero de 2011

Caligrama Simple

Soy bueno haciéndote reír.
Soy bueno haciéndote el amor.
Soy bueno destrozando las canciones.
Soy bueno haciéndote enloquecer con mi ritmo.
Soy bueno dándome prisa, para terminar todo antes de que despiertes.
Soy bueno estudiando gracias a ti y tus apuntes.
Soy bueno metiéndome con tu altura.
Soy bueno retozando  contigo.
Soy bueno dándote mimos.

Pero en lo que soy realmente bueno, es queriéndote como te mereces.

domingo, 9 de enero de 2011

Pídeme permiso

Por fin vuelves del baño. Se me ha hecho una eternidad, ya he recuperado el resuello. Tras el breve oleaje de la cortinilla de la puerta aparece tu silueta, con la melena despeinada cayendo desordenada sobre los hombros. Rebuscas en el montón de prendas rebujadas que hay junto a la cama hasta encontrar tus bragas, con la absurda intención de vestirte…

Contestas con una sonrisa encantadora mi “¿y a ti quién te ha dado permiso para vestirte?”, que surte efecto, porque vuelves a dejar las bragas donde estaban y vuelves a mezclarte conmigo entre las sábanas.

domingo, 2 de enero de 2011

Una noche inolvidable

Una vez que te acostumbrabas, el agua de la bañera no parecía quemar tanto. El vapor que ya había empañado el espejo y el cristal de la ventana, pasaba a empañarnos los pensamientos y sumirnos en una especie de estado de hibernación. Lo relajante del baño, se sumaba a la liberación de tensión durante las dos horas anteriores. Me encantaba quitarme las ganas así, empezando a toda prisa, para luego tomárnoslo con calma.

Con el agua ya tibia, y los dedos como pasas, decidimos volver a la cama. Un masaje, un beso, un te quiero 
como colofón, para convertir una noche diferente en una inolvidable.