sábado, 12 de marzo de 2011

Desconocidos II

Al final la cena, quedó en café, en parte para evitar las tentaciones de la noche y la oscuridad, que como ya se sabe, incita a la pasión. Ella no paraba de pensar que debía ser el destino, como un chico de una noche podía ser tan genial, su complemento perfecto. Él no paraba de pensar en la subjetiva perfección de su rostro, en lo que este escondía detrás.

Tan sólo eso hubiera sido la mar de romántico, pero detrás de todos esos pensamientos, estaban las imágenes de sus cuerpos desnudos, sudorosos, de esos gemidos ahogados. Aún no sabían si eran medias naranjas, pero si sabían lo que eran capaces de hacer, y eso bastaba para que se repitiera.

Al final no hizo falta oscuridad, para morder la manzana.

Desconocidos I: 



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