martes, 8 de marzo de 2011

¡Qué difícil es...

Esa primera cita, en la que pasaron el tiempo paseando, cogiéndose la mano, y sintiendo un escalofrío con cada roce de sus dedos. Andando sin rumbo, entre puestos de artesanía, con la mezcla del olor a cuero, a mar y a verano en torno a ellos. Con esa sensación de sorpresa, pero a la vez extraña familiaridad, con ese peso que se esfumaba de su ser en cada beso furtivo. Con ese tiempo que pasaron, sin decirse te quiero.


Y cuando decidieron volver, en el aparcamiento, apoyados en el coche se abrazaron. Olía su pelo, ese agradable olor inconfundible. Aún abrazados intento separarla de él, para que no notara su erección, pero ella se  acercó aún más, fundiendo sus caderas. Esperaba su cara de sorpresa, una risa incómoda, incluso asco en sus ojos... Pero no, la respuesta fue un beso, de esos que te cierran los ojos, que paran el mundo, de esos que te hacen desear más que nunca.


Ahogaron sus ganas, bendita pasión, al día siguiente.


...escribir con las manos ocupadas!

2 comentarios: