jueves, 25 de abril de 2013

Sorpresas

Nadie sabe lo que vio en él, pero nadie creía lo que podían ver con sus propios ojos (ni él mismo acababa de creerlo): el tipo con pinta de vagabundo, con el  mismo estilo que Barragán el cómico de los 80, poco higiénico, sucio... Se estaba llevando a la chica (o más bien la chica se lo llevaba a él) por la que se formaban charcos de baba en el local, la que provocaba tortícolis en los hombres y envidias en las mujeres. 

Tal vez era por eso último, por lo sucio, por lo bruto... Tal vez fuera así en todos los aspectos de su misera vida, y fuera eso lo que ella buscara: alguien sin miramientos, sin modales, un animal. ¿Quién sabe? Los caminos de la mente son inescrutables y nadie estuvo en aquel cuarto, de aquel piso en la tercera planta para saber lo que realmente ocurrió. 

Lo que sí se sabe, es que a la mañana siguiente el bajó las escaleras temprano, con una sonrisa de oreja a oreja. Unas horas más tarde ella contoneó sus curvas hasta el portal del edificio, como si nada hubiera pasado. Lo que sí se sabe es que nunca volvieron a dirigirse una mirada, ni a hablar, todo volvió al establecido orden social donde una sex symbol no se percataría jamás de la presencia de un semi - indigente en un bar del centro. Lo que sí se sabe, es que aquel suceso nunca se lo podrán explicar los "afortunados" testigos. 

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